El Partido Colorado muestra falta de cohesión. La oposición intenta capitalizar los errores de su candidato y el debilitamiento institucional de la poderosa ANR.
Faltan 16 días para las elecciones generales en Paraguay, que elegirá a su próximo presidente. Hace pocos meses, el candidato colorado Santiago Peña encabezaba cómodamente todas las mediciones de intención de voto, incluyendo las de la oposición, pero las consecuencias tangibles de sanciones contra el líder de su movimiento y presidente de la ANR, Horacio Cartes, cambiaron el escenario.
El Partido Colorado es fuerte en Paraguay. El expresidente Nicanor Duarte Frutos lo describió en 2006 como “el más grande del mundo en término de afiliados”, cuando estaban llegando al millón y medio de miembros. En 2012 se acercaban a los dos millones. En las últimas internas, la ANR ya tenía más de dos millones y medio de afiliados: un tercio de los 7 millones y medio de habitantes del país.
Los colorados no sólo tienen volúmen. Tienen vocación de poder, esa convicción de que, en su pertenencia y militancia, pueden encontrar soluciones a los problemas de sus familias y comunidades.
Ese poder es posible en parte gracias a la unidad interna de la ANR, que tiene una tradición de internas virulentas, seguidas del abrazo republicano y la cohesión para ejercer su voluntad de poder.
Por todo esto, dos de los más relevantes indicadores de la “temperatura” para estas presidenciales son la unidad colorada y las muestras del ejercicio de ese poder.
El presidente del Partido Colorado es Horacio Cartes. El empresario y expresidente fue objeto de fuertes sanciones por parte del Gobierno de los EE. UU., que primeramente lo denominó significativamente corrupto y luego lo incluyó en una lista negra que bloquea su acceso al sistema financiero estadounidense.
En el ámbito privado, esto forzó a Cartes a dar un paso al costado en sus empresas, cediéndolas a familiares o liquidando sus acciones, y llevó al poderoso Grupo Cartes a la extinción. Las muestras de debilidad -forzosas o no- no proyectan poder.
En la ANR, Cartes tomó un camino diferente. Mantiene sus manos en el timón del partido, y esto le está costando a ambos. Por primera vez, los bancos no quieren prestar dinero a la institución política para financiar el último tramo de la campaña.
El cartismo primero dijo que muchos bancos estaban dispuestos a otorgar los préstamos. Luego, pasó a decir que no quería préstamos. Esta semana, sin embargo, solicitaron al TSJE la transferencia de fondos a los que la ANR tendrá derecho luego de las elecciones a un fideicomiso, para que un banco pueda retirar directamente los pagos de un posible crédito de él. Sin pasar por las manos del partido.
Más allá de la fluidez de caja del Partido Colorado y su capacidad de financiar el “día D” y las dos semanas previas a través del sistema bancario, la negativa de los bancos y la insistencia colorada ponen a la ANR en una posición pública de debilidad inaudita para el partido, a dos semanas de los comicios.
En cuanto a la unidad, no es un secreto que la facción colorada liderada por el actual presidente, Mario Abdo Benítez, no tiene mucho interés en acompañar a Peña. En marzo, a menos de 60 días de las elecciones, el mandatario dijo: “Debe ser una moneda corriente la alternancia”.
Más recientemente, luego de que Santiago Peña dijera que “lastimosamente hay muchos correligionarios que no entienden, que creen que los cargos que tienen son porque son guapitos, porque tienen la pared llena de títulos. Está llena de gente con títulos, pero llegan a los cargos gracias al Partido Colorado”, Abdo respondió a Peña, recordándole que hace pocos años era liberal y criticando también a Cartes.
Esta disonancia entre las declaraciones de unidad y poderío de la ANR, y las muestras de división interna y de debilitamiento que emergen con la incapacidad de conseguir préstamos, o de que una administración municipal colorada apruebe las nuevas oficinas del Gobierno, pueden impactar en dos de las principales motivaciones de sus electores.
En paralelo, la Concertación opositora, liderada por Efraín Alegre y Soledad Núñez, busca capitalizar este escenario para derrotar al partido que ha ganado 5 de las 6 últimas elecciones democráticas en Paraguay.
Y sólo quedan 16 días.