La gran competitividad que vivimos en este siglo en el mercado laboral hace que cada vez sea más necesario tener en cuenta pequeños detalles que hasta pueden parecer superfluos, como “la imagen profesional”. ¿Pero qué es la imagen profesional? ¿Cuándo transmito una imagen buena o mala?
La imagen profesional es la primera impresión que tienen los demás de uno, y esa misma primera impresión puede ser decisiva en la forma en que te perciben y te tratan, ya que una buena imagen, fuerte y coherente, transmite credibilidad, confianza en las habilidades y competencia, lo que puede generar relaciones de trabajo sólidas, tanto con colegas como clientes o superiores. Y esto se debe a que todo comunica, todo significa y, a su vez, simboliza. Todo envía un mensaje y da representaciones mentales de acuerdo con el estereotipo o prejuicio que se tiene en mente de lo que se espera. De ahí viene la importancia de la imagen profesional. Sin embargo, existen dos premisas para componer esta imagen: relatividad y coherencia.
Cuando hablamos de relatividad nos referimos a que no hay una imagen buena o mala, sino que todo depende de lo que debe ser de acuerdo con los objetivos trazados y la coherencia; es cuando las demás personas te perciben de acuerdo con las expectativas de tu profesión. Eso quiere decir que no es lo mismo ser una profesora de primaria que un ejecutivo de ventas, la imagen en estas profesiones es igualmente importante, pero a su vez distintas, debido a los diferentes mensajes, necesidades y tipos de objetivos.
Es por eso que la imagen es fundamental para lograr el éxito. Una apariencia adecuada y cuidada puede marcar la diferencia en cómo te ven y perciben los demás, lo que puede abrir nuevas oportunidades y relaciones significativas.
